El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el secretario de Estado de los EE.UU., Marco Rubio, se reunieron en Jerusalén para discutir varias cuestiones críticas en la región, con un enfoque particular en la situación en Gaza y la amenaza de Irán.

Netanyahu aseguró que, con el apoyo de los EE.UU. y del presidente Donald Trump, se compromete a terminar el trabajo con Irán, considerándolo el principal peligro de la región. Ambos líderes coincidieron en que Irán es la mayor fuente de inestabilidad en la región y está detrás de cada grupo terrorista y acto de violencia[1][2][4].

En cuanto a Gaza, Netanyahu y Rubio afirmaron compartir una estrategia común que incluye la destrucción completa de Hamás como fuerza política y militar. Trump ha presentado un plan audaz para el futuro de Gaza, que implica la expulsión de los palestinos de la zona y su desarrollo bajo control estadounidense. Trump manifestó su compromiso con este plan, a pesar de la fuerte oposición, y sugirió que Gaza podría ser reconstruida y eventualmente gestionada por otros estados de Oriente Medio bajo auspicios estadounidenses[2][4][5].

Netanyahu también anunció que enviará un equipo negociador a El Cairo para ahondar en la actual fase del alto el fuego, aunque no para avanzar en la segunda fase que debía haberse iniciado hace dos semanas. La liberación de los rehenes en Gaza es una prioridad, y Netanyahu amenazó con abrir las puertas del infierno sobre Hamás si no se liberan todos los rehenes[1][2].

Además, se mencionó la llegada de un envío de bombas pesadas estadounidenses a Israel, que habían sido retenidas por el presidente Joe Biden en el pasado. Estas bombas MK-84 son capaces de causar daños significativos y fueron desbloqueadas bajo la administración de Trump[1].

La reunión reiteró la estrecha alianza entre Israel y los EE.UU., especialmente bajo el liderazgo de Trump, y su compromiso conjunto para contrarrestar la amenaza iraní y estabilizar la región.