Un grupo de 98 migrantes, de los 299 deportados por Estados Unidos y alojados en un hotel de Ciudad de Panamá, fueron trasladados a un albergue en la provincia del Darién. Este traslado se realizó después de que estos migrantes no aceptaran regresar de manera voluntaria a sus países de origen.
Los migrantes llegaron a Panamá en tres vuelos procedentes de Estados Unidos, tras el endurecimiento de las políticas migratorias. Entre ellos hay personas de Asia, como China, Afganistán y la India, así como de otros países como Irán, Pakistán, Sri Lanka y Turquía.
El traslado inicialmente incluía a 109 migrantes, pero 11 decidieron regresar al hotel para retornar voluntariamente a sus países en vuelos desde Panamá. Actualmente, 13 migrantes ya han regresado a sus países, y otros 187 permanecen en el hotel de la capital panameña esperando su repatriación.
El gobierno panameño justificó el traslado como una medida de “custodia temporal” mientras se gestionan las repatriaciones o reasentamientos. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) están involucrados en el proceso, apoyando los retornos voluntarios y identificando alternativas seguras para otros migrantes.
Además, se reportó la evasión de una ciudadana china del hotel, quien presuntamente recibió colaboración externa. Sin embargo, el ministro de Seguridad de Panamá, Frank Ábrego, anunció que la migrante había sido recuperada después de que un grupo de traficantes de seres humanos la abandonara cerca de un centro para migrantes en Costa Rica.
El traslado a la región del Darién genera preocupaciones debido a la peligrosidad de la zona, caracterizada por la presencia de grupos criminales y peligros naturales. Las organizaciones de derechos humanos han advertido sobre los riesgos que enfrentan estos migrantes si son enviados de vuelta a lugares en conflicto.